La pelota mejor conservada del barcelonismo
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El 19 de marzo de 1985 quedará para siempre marcado en la historia del baloncesto del Barça como el día en que la sección levantó su primer título europeo. En Grenoble, frente a casi 5.000 culers que teñieron el Palais des Sports de azulgrana, el equipo dirigido por Manolo Flores se impuso al Zalgiris Kaunas que lideraban Sabonis y Kurtinaitis. Esa noche histórica dejó muchos recuerdos imborrables, pero uno de los más especiales lo conserva Manolo Flores: el balón que empezó a abrir el camino a Europa.
"Cuando acabó el partido, cogí el balón y lo di a mi hermana, que había venido a verme a Grenoble. Me entretuve atendiendo a la prensa y me olvidé por completo", recuerda Manolo Flores sobre el objeto que simboliza ese triunfo. Hace un mes, su hermana le devolvió el balón que guardó durante 40 años. Según la voluntad expresada por el propio Flores, esta joya del barcelonismo podría tener como destino el Museu del FC Barcelona.
El viaje de una pelota única
Manolo recuerda a la final de Grenoble como el mejor día de su vida deportiva, así como muchos culers más. Pero si hay un objeto que, aparte del trofeo, simboliza esa victoria es, sin duda, el balón del partido. Ésta no sólo se utilizó para jugar la final de la Recopa, y es que Manolo Flores tiene otro secreto bien guardado: la utilizaron sus jugadores también para entrenar durante toda la semana anterior, para habituarse al tacto. “Decidimos llevarla a Grenoble, esconderla y que fuera la que se utilizara en el partido”, explica Flores en una entrevista con Barça One. Y así fue.
La Recopa era un título de alto nivel. En ese momento, sólo los equipos que ganaban la liga en sus países tenían un billete hacia la Copa de Europa. El resto que formaban la élite europea del baloncesto, pues, luchaban por la Recopa. De ahí su exigencia. Los últimos segundos de la final acabaron con un ataque fallido del Zalgiris y Lagarto de la Cruz colgándose de la canasta en lo que serían los dos puntos decisivos. "Faltaba un segundo de partido. Miré al árbitro y me dijo que se había terminado", recuerda Flores. El pitido final fue en medio del delirio. No había terminado el tiempo, pero la invasión de pista de los culers lo hizo inevitable.
Una afición entregada
El éxito del Barça no habría sido el mismo sin su afición, que convirtió el Palais des Sports en un auténtico fortín azulgrana. El capitán Nacho Solozábal levantó el deseado título en un pabellón que parecía el Palau Blaugrana, con una afición que había llorado deshechas europeas recientes y que se movilizó en masa para viajar y celebrar, por fin, un gran título como la Recopa. Dejando para la historia una de las movilizaciones más importantes de la historia del Barça de baloncesto.
El equipo regresó de Grenoble en autocar y una vez en Barcelona, tardó casi dos horas en llegar a la Plaça Sant Jaume y otras dos para volver al Palau. El apoyo incondicional se trasladó a Barcelona, donde miles de personas esperaban al equipo. La Meridiana colapsada y todas las calles llenas preparadas para recibir a ídolos como Epi, los americanos Otis Howard y Mike Davis o el ya difunto Chicho Sibilio. Aquella victoria, además, abrió la puerta a mayores éxitos: al año siguiente se volvió a ganar la Recopa.
De nuevo Barça-Zalgiris, 40 años más tarde
Ahora, 40 años después, el destino ha querido que el Barça se haya vuelto a enfrentar en el Zalgiris la misma semana del aniversario de este hito histórico. Una buena casualidad y una oportunidad para Manolo Flores para recordar de nuevo todos aquellos momentos y reencontrarse con compañeros y amigos de ese equipo en un homenaje en el Palau. Pero, como dice él, “mantener viva la llama y recordar a las personas que hicieron crecer al club en otros tiempos”.
El balón que lo cambió todo está a punto de volver a casa, en el Museu del Barça, como testigo de una de las noches más gloriosas de la historia del club. Un recuerdo imborrable para Manolo Flores y para todos los culers.
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