Youssoupha Fall, el techo del Palau que creció admirando al Barça
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Fue una revisión especial. Se realizaron las pruebas médicas habituales y, en el momento de medir la altura de Youssoupha Fall, la máquina, elevada al límite de sus posibilidades, indicó que el jugador mide dos metros y 22 centímetros. Se certificaba que el nuevo pívot azulgrana, que llega procedente del ASVEL Villeurbanne, es el jugador más alto de la historia del Barça de baloncesto y, por supuesto, el deportista más alto que ha defendido la camiseta azulgrana.
Fall es un centímetro más alto que el mítico Roberto Dueñas. El madrileño fue descubierto en una parada de autobús, cuando tenía 16 años y medía 2,18 metros. La historia de Fall es similar, pero sucedió mucho más lejos de Barcelona. Exactamente 4.000 kilómetros separan a la capital de Catalunya de Dakar. Allí el nuevo pívot azulgrana creció como un niño más, jugando al fútbol con sus amigos y siendo un fan absoluto del Barça. Sobre todo de Messi. Hasta que fue descubierto por su primer agente. “Me dijo que tenía que jugar al baloncesto porque tenía potencial. Tenía 17 años y no me gustaba jugar al baloncesto, pero empecé a entrenarme y a preparar mi cuerpo”, explica Fall en una entrevista para la Revista Barça y Barça ONE.
El joven Youssoupha había jugado puntualmente a baloncesto, pero sin regularidad. Deseaba que llegara el fin de semana para ver a su Barça por televisión. Nunca tuvo ninguna camiseta azulgrana pero, fiel seguidor de Messi, recuerda cómo vivía los Clásicos contra el Madrid de Cristiano Ronaldo. “Respeto a Cristiano, pero antes le odiaba por la rivalidad con Messi. Eran partidos muy especiales, nos reuníamos tres horas antes, escuchábamos el Cant del Barça. A mi familia le encantaba el fútbol. Tengo muy buenos recuerdos, como el partido ante el Chelsea, el del histórico gol de Iniesta y la remontada ante el PSG. Para mí aquél es el mejor partido de la historia. Fue una locura”, recuerda.
Un contexto muy duro
Nacido en 1995, Youssoupha Fall se tomó las palabras de su primer agente muy en serio: el baloncesto podía cambiar su vida. "No ha sido fácil, pero se trata de creer en tu sueño y de trabajar", dice. Y le tocó trabajar en medio de un duro contexto. “Llegué de la nada. Además, había perdido a mi madre cuando tenía 11 años y, en 2017, perdí también a mi padre. Él era mi primer aficionado. Por eso, siempre intento dar lo mejor de mí, para hacerles sentir orgullosos de mí y para ayudar a mi familia”.
Aterrizó en Francia en el 2012 para formarse en Le Mans Sarthe Basket. La adaptación personal no fue fácil. “Llegué un mes de enero, cuando hacía mucho frío, y yo venía del calor de Dakar”. Tampoco profesionalmente fue una adaptación fácil. “Tenía que entrenar más porque los demás jugadores eran mejores que yo. En Senegal había empezado tarde y tenía que entrenar más. Me entrenaba cinco veces por día e, incluso, hacía boxeo”. En todo caso, ese trabajo ha tenido recompensa. “El cambio fue una locura, pero eso hizo que ahora sea el jugador que soy. Ahora sí, me encanta el baloncesto”.
Su rendimiento en Le Mans despertó el interés del Baskonia en 2018. El club vasco le cedió un año al Strasbourg y, en el 2019, debutó en Vitoria. Allí descubrió que el baloncesto ACB es más rápido y menos físico que en Francia. “Al principio me expulsaron dos o tres veces porque jugaba demasiado fuerte. Las dos primeras temporadas en Baskonia no fueron fáciles, pero aprendí mucho y me ayudaron a crecer como jugador”.
La primera vez en el Palau Blaugrana
Uno de sus primeros recuerdos con el Baskonia es el del primer partido en el Palau Blaugrana. Fue el 29 de septiembre de 2019, apenas en la segunda jornada de Liga. Y sonó el Cant del Barça, que en tantas ocasiones había escuchado de pequeño... “Aquel momento fue espectacular, fui muy feliz. Me dije a mí mismo: '¡Estás jugando contra el Barça!'". Y resulta que hoy escucha el "Tot el camp és un clam..." antes de cada partido, como jugador local. "La afición del Barça es de las mejores de Europa. Cuando he jugado aquí me han impactado, porque pueden influir en el resultado del partido, son muy pasionales. Tengo muchas ganas de jugar para ellos y hacerles sentir orgullosos”.
Para el senegalés, defender la camiseta del FC Barcelona es algo más que un sueño hecho realidad. "Es un nuevo nivel para mí, soy muy feliz", asegura. Los objetivos son claros: “Quiero ganar todo con este equipo. Sólo quiero ganar y ganar. En el Barça sólo puedes querer ganar. Y con todos mis compañeros queremos hacer algo especial este año”. En la pista tratará de ayudar sobre todo en defensa. El reto le estimula, no le importan los minutos de juego. “Da igual si juego o no. O si hago más o menos puntos. Nadie me dirá, en unos años, que en el 2025 hice 'x' puntos. Sólo importa si ganas y sales en la foto de los campeones”.
El mar de Barcelona es lo que más le gusta de su nueva ciudad, porque le trae recuerdos de su Dakar natal. Llegó a mediados de agosto, acompañado de su mujer y de su hijo, que pasó a ser el hermano mayor de una niña nacida el pasado 11 de septiembre. “Me siento muy bien con mis compañeros. Tienen experiencia y me han dado una bienvenida muy bonita”. Muchas veces se le ve conversar en el idioma wólof con el joven Dame Sarr, italiano con padres de origen senegalés. Ahora, al techo del Palau le toca hablar en la pista.
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