Una familia con sangre azulgrana
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La familia Lluch lleva el deporte en las venas. En todos los encuentros familiares, siempre acababa habiendo un mismo protagonista: la pelota, alrededor de la que se juntaban todos los primos. Una pasión arraigada gracias al abuelo, Josep Maria Lluch, quien había jugado toda su vida a tenis, hasta que su cuerpo se lo permitió. Un abuelo que estaría muy orgulloso de ver a sus nietos, Ariadna Pujol, Àlex Lluch y Jaume Pujol, vestir la camiseta del Barça, el club de su vida. Una en el primer equipo de baloncesto femenino, y los otros dos en los filiales de fútbol sala y baloncesto
El abuelo, el referente
Gracias a Josep Maria, toda la familia creció con un fuerte sentimiento azulgrana. Desde pequeños, inculcó a sus hijos la pasión por el deporte, e incluso uno de ellos (también de nombre Josep Maria) llegó a jugar en la máxima categoría nacional, en su caso a baloncesto. Una tradición que ha pasado de generación en generación. Ahora, el relevo lo han cogido los nietos: los hermanos Ari y Jaume, y su primo Àlex.
El destino quiso que el abuelo sólo viera jugar a Àlex con la equipación del Barça. “Me sabe mal que no nos haya llegado a ver a los tres representando este escudo. Seguro que le habría hecho mucha ilusión”, afirma el portero del Barça Atlètic de fútbol sala. Sin embargo, él sí pudo disfrutar de su abuelo animándole desde las gradas de la Ciudad Deportiva. Hoy todavía recuerda la cara de emoción de su abuelo durante su primer partido.
Tres deportes con balón
Los tres empezaron a practicar deporte en la escuela, en la que jugaban a fútbol sala, baloncesto y balonmano. Esta variedad de disciplinas hizo que cada uno se acabara decantando por una diferente. Jaume fue quien lo tenía más claro. "Mi padre jugaba a balonmano, y a mí siempre me había gustado", recuerda. Ariadna se decidió por el baloncesto, donde también tenía muchos referentes. “Tenemos mucha familia que jugaba a baloncesto. Y además está la figura de Nuria Martínez (Directora Deportiva del Barça CBS), que también es de Mataró como nosotros”. Àlex, el pequeño de los tres, acabó en el futsal gracias a sus amigos.
Ari abre el camino
El Mataró, el club de su ciudad natal, fue el equipo en el que se formaron los tres. La primera en marcharse fue Ari, que con sólo 18 años hizo la maleta para cruzar el Atlántico y aterrizó en Florida para seguir creciendo como jugadora. Cuatro años después regresó a Catalunya, en este caso al Cadí La Seu, y hace sólo unas semanas fichó por el Barça CBS. “Mi sueño siempre había sido jugar en el Barça. Con el crecimiento del equipo, cuando subieron a Liga Endesa, vi que podría hacerlo realidad”. La oportunidad le ha llegado ahora que tiene 29 años. Y en pocos partidos vistiendo camiseta azulgrana ya ha demostrado su gran nivel en la pista
Jaume ya lo probó de pequeño
Su hermano, Jaume Pujol, estuvo unos años más jugando en el Mataró, a pesar de haber hecho alguna prueba por el Barça. Cuando tenía 22 años, se marchó unos meses a Santoña, Cantabria, hasta que recibió la llamada del club azulgrana. Lleva dos temporadas a las órdenes de Ferran Porres, entrenador del Barça Atlètic, y sueña con poder jugar en la Liga Asobal en el futuro aunque juega de central y en esa posición el puesto va más caro.
Àlex, el más veterano en el Clun
Àlex Lluch tiene 24 años y es quien lleva más temporadas en el club: concretamente siete, desde que llegara al 2016 en categoría juvenil. Aunque ahora mismo juega en el Barça Atlètic, ya ha jugado en varias ocasiones con el primer equipo. "Ser portero es una posición muy específica, y en el primer equipo hay mucho nivel actualmente", afirma Àlex, que tiene muy claro su objetivo: jugar en Primera División, y si puede ser, con el Barça.
El número 5, siempre presente
Aunque aseguran tener historias muy diferentes, los tres comparten un factor común: la familia. Es por este motivo que los tres llevan el mismo dorsal, el cinco, aunque Álex ponga un 1 delante. “Tanto su tío como su esposa (Montse Casarramona) llevaban el número 5 cuando jugaban a baloncesto. Todos los primos nos lo pusimos por ellos”. Aunque Ariadna llevaba el once, cuando llegó al Barça vio la oportunidad de cambiarse el dorsal. Un gesto para homenajear a toda la familia y su pasión por el deporte.
Ellos han sido los máximos responsables del éxito de los primos Lluch. "Toda la familia practicaba algún deporte, y siempre nos han inculcado la importancia de los estudios, pero también de hacer deporte", asegura Ari, que destaca los valores que representaba la familia: "humildad, sacrificio y trabajo". Unas claves que les han llevado a cumplir sus sueños.
Más que primos
Àlex, que es hijo único, tiene un vínculo muy especial con sus primos. "Son como hermanos para mí", dice el portero del Barça Atlètic. Un sentimiento compartido tanto por Jaume como por Ariadna, que pasaban su infancia haciendo deporte con sus primos. No es de extrañar que los ocho primos acabaran jugando a algún deporte: cuatro se decantaron por el baloncesto, Álex por el fútbol sala y Jaume por el balonmano. El primo mayor se quedó con el fútbol, y el pequeño juega actualmente a voleibol.
Una pasión que empezó en el patio de casa de la abuela, improvisando porterías o con cestas imaginarias. Se reunían para comer cada jueves y acababan persiguiendo una pelota. Del patio de casa la abuela a entrenarse a diario en la Ciudad Deportiva. Los abuelos, siempre los abuelos dejando huella. Como el sentimiento barcelonista que les traspasó el abuelo, Josep Maria Lluch, que ahora vibraría como el que más con las hazañas de sus nietos defendiendo el escudo que él siempre había llevado en el corazón.
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