70 años del fichaje de Kubala
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El húngaro Ladislao Kubala, un icono eterna del barcelonismo, vistió la camiseta azulgrana desde su llegada, en 1950, hasta la finalización de la campaña 1960-61. El secretario técnico Josep Samitier, que ya tenía referencias de él, lo fichó el 15 de junio de 1950 justo después de un amistoso jugado en Sarrià contra el Espanyol, cuando formaba parte del Hungaria, nombre que recibía aquella muchedumbre de futbolistas exiliados de países del Este que buscaban cobijo y fortuna al otro lado del Telón de Acero.
Kubala era un delantero fuera de serie, de cualidades superlativas y una musculatura impresionante. Una exageración en todos los sentidos, los futbolísticos y vitales. La circunferencia de sus muslos era de 67 centímetros y estaba dotado de una técnica nunca vista aquí. «Importó», por ejemplo, los efectos a la pelota, la paradinha en los penales, la protección del esférico guardando entre las piernas y algunas innovaciones más de alta calidad en un fútbol donde todavía imperaban conceptos tan primarios y ramplones como el juego directo o la furia y la raza espoleadas desde el régimen franquista.
Como era fugitivo, Kubala tardó en debutar y no lo pudo hacer, ya como ciudadano español nacionalizado, hasta la Copa del 1951. Tal como debutó, el Barça, dirigido por su cuñado Ferdinand Daucik, se convirtió en una máquina imbatible. Sus compañeros le decían con estima Cabezón y, ya de entrada, fue el líder natural del equipo, sin importar que cobrara seis veces más que el segundo mejor pagado, un César Rodríguez que se convertiría, sin exagerar, en el su hermano mayor y amigo del alma. Con él, el Barça vivió dos temporadas excelsas hasta 1953, en que ganó casi todas las competiciones en disputa.
Durante toda la década de los cincuenta, Lacio Kubala se erigió en el hombre más famoso de Catalunya, un fenómeno de masas hoy casi ininteligible para las nuevas generaciones, incomparable incluso con la popularidad que ahora puede disfrutar Leo Messi. La gente le dedicaba tonadas de canciones famosas, como La Raspa: «La raspa la inventó / Kubala con un balón / Kubala pasa a César / Y César remata a gol». O los niños recitaban rimas populares de medio pelo: «Silencio en la sala, que pasa Kubala, con una chavala vestida de gala». Incluso, hizo de actor en una película titulada «Los asnos buscando la paz» que venía a ser una biografía exagerada de su fuga de Hungría y triunfo en la Barcelona de aquel tiempo. Murió en 2002 y el día de la Mercè de 2009 fue descubierta una estatua suya en la explanada de la tribuna del Camp Nou.
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