Al final de la campaña 1903-1904, el FC Barcelona, entonces presidido por Arthur Witty, aceptó una invitación del Stade Olympique de Toulouse para jugar un encuentro amistoso en la localidad del Midi-Pyrénées francés, el 1 de mayo de 1904. Como en aquel tiempo no existía la figura del entrenador, la expedición estaba formada por los once hombres justos que debían integrar la alineación de aquel enfrentamiento: Marial, Quirante, John Morris, Carles Comamala, Llobet, Witty, Gaissert, D’Ossó, Steinberg, Forns y Lassaleta.
En tiempos de amateurismo estricto, todos los expedicionarios se tuvieron que pagar el viaje de su propio bolsillo. La anécdota: terminado el partido descubrieron que el presupuesto no llegaba para la vuelta a casa y Forns tuvo que pedir dinero a unos parientes suyos que vivían en Francia. Más allá de estas precariedades, la experiencia constituyó un gran éxito. La acogida del público de Toulouse resultó inmejorable y el encuentro, si hacemos caso de las crónicas, fue de una calidad extraordinaria. El Barça acabó triunfando por 2-3, tras un enfrentamiento muy disputado en el que remontó un 2-1 adverso, gracias a los goles firmados por Steinberg, Lassaleta y Forns. En la conclusión, los aficionados locales despidieron el conjunto barcelonista en medio de ovaciones y vivas. Tal como publicó un diario barcelonés, aquello fue «un reconocimiento a las excelentes condiciones que posee nuestra raza para la cultura físico-intelectual, que es la que más resalta en el foot-ball».