Consejos emocionales para las familias

Consejos emocionales para las familias

Desde la Fundación Barça os proponemos una guía de sugerencias para las familias para aligerar la situación de confinamiento.

Mantener nuestras rutinas y hábitos 

Es importante que mantengamos las rutinas y los hábitos que normalmente teníamos en nuestro día a día, porque proporcionará a los niños y niñas serenidad y normalidad.  

Hay que mantener los horarios de ir a dormir. Si tenemos dificultades para dormir, podemos buscar unos minutos antes de menor estimulación digital, con una luz más tenue y con un tono de voz más tranquilo. Tomemos un momento para respirar y relajarnos antes de ir a la cama. 

En cuanto a la alimentación, es muy útil hacer un calendario de comidas y tener agua y comida saludable a mano disponible y al alcance de los niños y niñas para cuando tengan hambre o sed. Evitemos que se asocie la comida a momentos del día en que puedan sentir aburrimiento. Aprovechemos para buscar recetas de snacks saludables.  Igualmente, intentemos seguir un horario para las comidas principales.  

Esto nos ayudará a estar más estables, en el aspecto físico y mental. 

Además, estar en casa no implica estar todo el día en pijama, sin vestirnos, ducharnos o peinarnos. Es necesario mantener unas rutinas dentro de la flexibilidad. Nos vestimos para marcar el inicio del día o nos duchamos como paso previo a ir a dormir. 

Planificar juntos nuevas actividades

¡Programemos entre todos un día especial! Para no caer en la rutina podemos fijar una fecha. No solamente disfrutaremos de ese momento, sino que también durante la fase de preparación.  

Llevemos a cabo un plan de acción fuera de las pantallas y miremos de cumplirlo. Aprovechemos para leer, escuchar música, limpiar, cocinar, hacer trabajos manualidades… Ahora es el momento de hacer todo aquello que hemos pospuesto para “cuando tenga tiempo”. Atrevámonos a hacer o a conocer algo nuevo. 

Al final de cada día, valoremos las cosas que hemos conseguido.   

Hacer ejercicio diario

La salud mental y física están muy relacionadas. Hacer ejercicio con nuestros hijos e hijas (una tabla de ejercicios de gimnasia simple, unos toques a la pelota, comenzar con un poco de estiramientos, un baile con una música que les guste y otro día que les guste a los adultos), nos irá bien a todos, tanto para el cuerpo como para el estado de ánimo.

Evitar el exceso de información

Los niños y niñas también necesitan saber qué está pasando. Según su edad, podemos darles información, con explicaciones claras y honestas de fuentes oficiales del gobierno u otros organismos, pero solo las necesarias.  

Transmitamos tranquilidad informándoles que, siguiendo las recomendaciones, todo irá bien y dejemos que digan cómo se sienten.  

Intentemos hablar de otros temas: centrémonos en aquello que realmente podamos hacer, no hagamos hipótesis o focalicemos la atención en aquello que está fuera de nuestro alcance.   

Generar espacios donde puedan expresarse y participar en la toma de decisiones 

Compartir los sentimientos es importante para que se puedan ir acostumbrando a la situación, superen los miedos relacionadas con todo lo que sucede y eliminen ideas equivocadas.  Nuestro papel es escucharlos, ayudarlos a identificar las emociones y decirlas por su nombre. Tenemos que recordar que expresar emociones no es malo. Acostumbrémonos a preguntar más “¿Qué te pasa?” o “¿Cómo te sientes?” en lugar de darles soluciones o decir cómo se deberían sentir.  

Es importante permitir que ellos busquen las soluciones para sentirse mejor, identificar qué les genera tranquilidad, paz... y que tomen decisiones. Es importante hablarles dándoles seguridad, estabilidad y continuar manteniendo el vínculo de confianza con ellos. Somos un referente importante.  

Mantener una actitud positiva 

Esta situación es temporal y no se prolongará infinitamente, aunque se haga muy larga cuando la estamos viviendo.  

Es un momento para transmitir la importancia del trabajo en equipo y mostrar actitudes solidarias: podemos compartir que, como comunidad, todos y todas estamos unidos (y ellos y ellas también) para favorecer la superación de este obstáculo y que, sin ninguna duda, lo superaremos.   

Esto les permite situarlos y los conecta como parte del colectivo, y les despertará aptitudes de cooperación que les permitirá vivir mejor los límites o imposiciones que exige esta situación.   

Procuremos compartir mensajes positivos y esperanzadores. Utilicemos las noticias positivas, relacionadas con la resolución de la crisis que estamos atravesando, para ayudar a salir de conversaciones negativas. 

Pactar normas de convivencia

Aprovechemos este momento para trabajar conjuntamente las pequeñas cosas que pueden hacer que la convivencia sea más difícil. Empecemos con tres normas y vamos creando de nuevas o modificándolas según nos convenga. 

Recordemos que la idea siempre es llegar a acuerdos y buscar alternativas futuras a las conductas o maneras de hacer que nos están molestando. Establecer límites y llegar a acuerdos son los mejores fundamentos de la convivencia. 

Demos voz a todos los miembros de la casa, todos somos protagonistas de nuestra cotidianidad.  

Potenciar el humor 

¡Riamos juntos! Nos ayuda a desdramatizar la situación, a descargar tensión y mejorar nuestro estado de ánimo. Usemos y consumamos humor, siempre que tengamos ocasión. 

Fomentar el Juego

JUGUEMOS, JUGUEMOS, JUGUEMOS: el juego es la mejor forma de vincularnos con nuestros hijos e hijas de manera saludable.  

El juego puede ayudar que los más pequeños entrenen capacidades como la atención, la memoria, la ortografía, el cálculo, etc. Ayudamos a estimular capacidades y a la vez nos divertimos. 

Además, el juego es un buen momento para saber cómo están nuestros hijos e hijas y podemos convertir acciones cotidianas en un juego.

Cuidarnos para cuidar mejor

Para poder cuidar bien de los niños y niñas en estos días en que los adultos probablemente estamos saturados en todos los sentidos, la primera premisa es el autocuidado: estar bien para poder cuidar bien de los demás. Esto incluye el cuidado físico y emocional. 
Puede ser a través de una cena tranquila cuando los niños duermen, o combinárnoslo con nuestra pareja para hacer alguna actividad que nos reconforte (leer, un poco de ejercicio, meditar), o llamar a las personas queridas, o, incluso, nos podemos autocuidado también, con los hijos e hijas, si no tenemos la posibilidad de combinárnoslo con otro adulto, viendo, por ejemplo, una película con ellos o haciendo una visita virtual a un museo. 
Como adultos, permitámonos también la expresión de nuestras emociones de manera saludable. 

Validar y gestionar las emociones

Los cambios de ánimo son normales y habituales, pero conviene estar atentos y, si se intensifican, tenemos que revisar qué pasa: quizás necesitaremos hablar con ellos, pensar en alguna actividad que les haga ilusión durante el día, o dedicar un rato más al baño, que es una actividad relajante (dependiendo de la edad). 

La sensación de no control puede generar ansiedad. Cuando esto pase, intentemos centrarnos en qué parte de la situación tenemos el control, en lugar de enfocarnos en la que no podemos hacer nada.   

Si hay tristeza, es necesario normalizar la emoción y decirles que entendemos que echen de menos a la gente que no pueden ver estos días (o que ya no están), o que puedan sentirse agobiados. Explicadles que a nosotros también nos pasa. 

Es necesario utilizar tiempo fuera, en positivo, cuando necesitemos desconectar por un momento. 

Que los niños y niñas lloren es normal y es necesario hacerles un acompañamiento adecuado. 

Valorar los esfuerzos

Agradezcamos a los niños y niñas el esfuerzo que están haciendo, quedándose en casa estos días. De esta manera haremos que se sientan importantes y contribuiremos a mantener su autoestima. Conviene transmitirles que están haciendo un acto de gran valor e importancia para toda la humanidad. 

Desconectar para conectar

Cuando estemos con nuestros hijos e hijas, desconectemos los dispositivos electrónicos. Con este gesto les estamos transmitiendo lo más poderoso de los mensajes: "En este momento, eres lo más importante para mí". 

Escuchemos con interés, pongámonos a su altura, mirémoslos a los ojos y observemos mucho. Conseguiremos saber qué necesitan. Utilicemos el contacto físico: más abrazos y menos expectativas. 

Atesorar nuevos recuerdos

Si escribimos un diario de lo que estamos viviendo, atesoraremos recuerdos familiares: ¿qué queremos que recuerden, nuestros hijos e hijas de estos días, cuando esto pase? 

Consejos para salir a la calle

Los niños y niñas necesitan moverse. Que lo puedan hacer dependerá del lugar donde vivan. Es importante aprovechar tanto como sea posible los espacios exteriores para facilitar la libertad de movimiento y para que les dé el sol, para poder mantener un sistema inmunológico fuerte y un ánimo saludable.  Sin embargo, las familias que decidimos salir a la calle, miremos de garantizar la seguridad, la integridad física y respetar las normas de convivencia. 

Aprovechar para conocernos

Aprovechemos el momento para acercarnos a nuestros hijos e hijas. Interesémonos por saber qué hacen, qué música escuchan, qué plataformas usan, etc. Siempre desde una posición relajada, sin juzgar, cuestionar ni interrogar. Es importante saber encontrar el momento, y si vemos que no lo es, respetémoslo, retirémonos sin enfadarnos y busquemos otro momento. 

Mantenerlos informados

Si tenemos que salir (para comprar o trabajar) es necesario que les informemos. Les tenemos que avisar cuando nos vayamos y de cuándo volveremos y, también, en la medida que sea posible, avisar de los retrasos. Es importante dejarles claro que cuando la persona adulta no está disponible por trabajo o porqué debe hacer una tarea, está colaborando en la organización familiar. 

Demostrar el afecto

Las niñas y niños no dan por sentado que son queridos, necesitan verlo y sentirlo para sentirse seguros y más aún en momentos de inestabilidad como este. Las demostraciones expresas de amor son importantes: besos, abrazos, halagos, sonrisas. No hay nada más gratificante para un niño o una niña que sentirse que es importante para sus padres y madres y que estos estén orgullosos. El amor y la violencia no pueden ir de la mano, y es una cosa que se debe tener clara en todo momento. 

Cuando no se respetan las normas, no todo vale

Los niños y las niñas no deben pensar que alguien puede imponerse por el hecho de ser más fuerte. Al contrario, deben aprender que la inmediatez de la fuerza no es más útil que la opción del diálogo y el establecimiento de normas y límites. 

Además, cuando se pega a una niña o a un niño o se le insulta por alguna cosa que ha hecho incorrectamente se siente muy mal, indefenso y rechazado por los padres, y estas emociones no le permiten reflexionar sobre el motivo por el que se le castiga. Si damos una respuesta educativa sin violencia, acompañada de una explicación clara, con ejemplos, alternativas y compromisos, ayudará al niño o niña a interiorizar las normas y a respetarlas de manera responsable. 

Pese a que sean momentos difíciles, no permitamos que la violencia entre en nuestras familias.  No toleremos nunca el uso de la violencia (física, psicológica o verbal) con los hijos y las hijas, sean del tipo que sean.

Estar atentos a lahiperconectividad  

A pesar de que en estos momentos se tienda a poner menos restricciones en el uso de la televisión, las videoconsolas o los dispositivos digitales, se debe intentar que el tiempo de exposición no sea excesivo y no bajar la guardia ante los riesgos de Internet, como los contenidos inapropiados, el ciberacoso, el sexting, el grooming y la revelación de información personal. Siempre podemos buscar alternativas, como los de juegos mesa o las manualidades.

 

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