Barça y Nápoles, con vínculos más allá de tres amistosos
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Cuando te paras a buscar los precedentes entre el Barça y el Nápoles, no encuentras ningún partido oficial entre ambos. Pero, aunque nunca en la historia se han enfrentado en competiciones internacionales, sí lo han hecho en tres partidos amistosos.
El más reciente fue el del año 2014, en verano, en un amistoso jugado en Ginebra que el equipo italiano terminó ganando por la mínima (0-1). Un resultado que equilibraba la balanza, porque tres años antes, cuando el Nápoles había sido el invitado del Trofeo Joan Gamper, el Barça consiguió una manita con doblete de Messi y goles de Pedro, Cesc y Keita.
Ese día habían pasado ya 33 años del primer Nápoles - Barça de la historia. Fue en mayo de 1978, en San Paolo, con un Barça en el que destacaba el nombre de Johan Cruyff. Un enfrentamiento que, curiosamente, fue el penúltimo que el holandés disputó como jugador del Barça, dos días antes del que significó, contra el Ajax y en el Camp Nou, el de su despedida y homenaje.
Maradona, la figura mundial como punto de conexión
Pero más allá de Cruyff, Messi y los tres partidos amistosos, hay un nombre, una figura, que relaciona la historia de los dos equipos. Porque Laurent Blanc y Pepe Reina jugaron en los dos equipos, pero el único que ha vivido un traspaso entre los clubes es nada mas y nada menos que una estrella mundial: Diego Armando Maradona. El argentino defendió los colores del Barça desde 1982 hasta 1984, antes de fichar por el Nápoles y formar parte del equipo italiano hasta 1991.
Considerado como el más grande jugador del mundo en la década de los años ochenta y uno de los mejores de todos los tiempos, el Pelusa llegó al Barça en 1982 procedente del Boca Juniors. Desgraciadamente, su estancia en la Ciudad Condal no fue exitosa: en dos años tuvo primero una hepatitis y luego una grave lesión. Estos imprevistos provocaron que los aficionados sólo pudieran disfrutar de su inmensa clase en contadas ocasiones. No obstante, para la posteridad dejó algunos momentos de gloria, como el gol que marcó de vaselina ante el Estrella Roja en la Recopa 1982/83 o el gol que anotó en el Bernabéu en la Copa de la Liga de 1982/83, el cual provocó los aplausos de los mismos aficionados blancos.
Con 23 años, Maradona cambió de club e inició una historia de amor con el Nápoles, con alegrías y tristezas pero con una experiencia que le llevó a consagrarse en el fútbol mundial y pasar a ser el mejor jugador del mundo. Desde el primer día, el de su presentación, hasta el día de hoy, cuando la ciudad de Nápoles aún sigue marcada por la figura de Maradona.
Y es que el 5 de julio de 1984, en un San Paolo abarrotado que le aclamó sólo pisar el césped con camiseta de manga corta, pantalones largos y zapatillas de deporte, comenzó la etapa más exitosa de la historia del Nápoles: durante aquellos años, y después de 115 goles del argentino, el equipo italiano ganó dos Ligas (86/87 y 89/90), una Copa de Italia (86/87), una Supercopa de Italia (1990) y una Copa de la UEFA, la de la temporada 1988/89. Un legado auténticamente eterno.
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