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El Barça cambia de piel

El ex jugador Àlex Delmàs analiza el sistema del conjunto azulgrana en un artículo publicado en el último número de la REVISTA BARÇA

Es una temporada complicada para el equipo de Ronald Koeman, pero a lo largo de los meses ha demostrado sobreponerse a muchas dificultades. Y lo ha hecho a base de fe y versatilidad. Un Barça perseverante y adaptativo. Un Barça sacrificado y modulable. Un Barça que, cuando es necesario, cambia de sistema para encontrar soluciones.

El Barça llega al rush final de temporada enseñando su lado más camaleónico. Después de que la migración del 4-3-3 al 3-5-2 sirviera para estabilizar al equipo y contribuir a la mejor racha de la temporada en Liga, el Barça ha entrado en una fase dónde está compaginando este dibujo con el habitual 4-3-3 en función del momento. Una versatilidad que se explica sobre estos puntos tácticos:

Estabilidad defensiva y el 3-5-2

En el encuentro ante el Sevilla en Liga, Koeman sorprendió a todos apostando por el 3-5-2, un sistema que el equipo ya había utilizado pero esta vez con matices muy particulares. El primer objetivo que el técnico azulgrana buscó con el cambio lo encontramos en el reparto de espacios defensivos, ya que el Barça pasó de defender con dos centrales a hacerlo con tres. Y eso dotó de una estabilidad defensiva que se plasmó de inmediato. Mientras en los 37 partidos disputados hasta la transformación, el equipo había encajado 37 goles, el Barça sólo recibió tres goles en los seis partidos comprendidos entre la aplicación del sistema y el parón de selecciones. Es decir, de promediar un tanto en contra por encuentro a tan solo 0,5.

Presión y amenaza en el espacio

Dos de las singularidades del 3-5-2 empleado por el equipo lo encontramos en los carriles y en la punta de lanza. El hecho de que los jugadores de banda (Alba y Dest) tengan las espaldas cubiertas les habilita para ir a apretar arriba del todo, de tal modo que el Barça se está emparejando al hombre contra cualquier rival. No importa si el oponente trata de salir con cuatro defensas o con cinco.

El Barça presiona con los dos puntas, más los dos carriles en defensas convencionales, y sacando a un mediocampista arriba si los adversarios ponen línea de cinco. No es casualidad que el equipo subiera el índice de recuperaciones de una media de 59 por encuentro a un promedio de 61,1 en el tramo de temporada donde pasó a tener esta distribución como plan fijo. En la parte de arriba, se compensa parcialmente la falta de profundidad propia de este sistema con la figura de Ousmane Dembélé tirando desmarques de ruptura para encontrar situaciones de gol o, en su defecto, para amenazar a la zaga rival.

La fluidez del 4-3-3

La estructura más habitual en la escuela Barça y la que Koeman utiliza para atacar mejor. Y es que este dibujo tiene la principal fortaleza de contar con una ocupación de los espacios basada en triángulos en todas las alturas del campo. Algo que convierte la disposición del equipo en muy racional y que concede siempre dos opciones al poseedor de balón. Además, tiene la particularidad de tener herramientas tanto para generar amplitud (con extremos o con desdoble de laterales) como para crear profundidad (entrada en los carriles lateral-central).

Las zonas de recepción de Messi

Dependiendo de si el sistema es uno o el otro también cambian las zonas de recepción favorables para el diez. Con un 3-5-2 que tiene en la figura de Démbelé a alguien que condiciona la defensa adversaria hasta el punto de no poder ganar metros hacia arriba, el espacio entre líneas queda limpio para él. Pero cuando el Barça utiliza el 4-3-3, el equipo despeja la zona de arriba para que Messi se desenvuelva con total libertad como falso nueve.

Factor De Jong

Con la lesión de Piqué, De Jong pasó a jugar en el eje defensivo recuperando una figura olvidada en el fútbol como es la de líbero. Y está siendo un factor que Koeman puede utilizar en cualquier momento. En primer lugar, para aniquilar cualquier intento de presión de los rivales y, por otra parte, para generar superioridades con balón cada vez que el holandés se suma al ataque a través de sus exquisitas conducciones.

Los espacios determinan el cambio

El factor que hace que el sistema varíe es la presencia o no de espacios. Si el adversario adelanta líneas, la estructura en 3-5-2 puede explotar uno de sus principales puntos fuertes: la profundidad que pueden reportar Dembélé y los carrileros. Si, por contra, el oponente opta por replegar cerca de su área, la distribución en 4-3-3 con extremo y lateral en los costados aporta más instrumentos para atacar este tipo de situaciones. Justo por ello, el día del Clásico y ante un inesperado Madrid esperando en su campo, el equipo empezó en el 3-5-2 pero pasó al 4-3-3 en la segunda mitad.

Mingueza y Dembélé como interruptores 

Futbolistas de alta polivalencia y que pueden realizar el clic en la estructura táctica en pleno partido y sin necesidad de utilizar un cambio. Cuando esto se da, el canterano pasa de central-diestro a lateral derecho mientras que el francés abandona la punta de ataque para situarse en una de las dos bandas (primordialmente la derecha). 

*Todos los datos son proporcionados por Opta Sports

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