Can Felip, la recuperación de un patrimonio histórico
A menos de 25 metros del Gol Norte del Estadi Johan Cruyff se encuentra la masía de Can Felip, un edificio originario del siglo XII que cuando pasó a manos del Club en 2017 estaba prácticamente en ruinas y que durante los últimos dos años ha pasado por un meticuloso proceso de reforma. Ha sido un trabajo de recuperación histórica que pone en valor un edificio que condensa en poco más de mil metros cuadrados nueve siglos de historia.
En los últimos cinco años el perímetro de la Ciudad Deportiva ha crecido notablemente con la adquisición de terrenos adyacentes. Por un lado, en el año 2015, el FC Barcelona compró los terrenos del Tennis El Forn y dos años después, en 2017, consiguió la titularidad de la masía de Can Felip, fruto de la reparcelación de la Modificació del Pla General Metropolità (MPGM) del entorno de la Ciudad Deportiva. Dentro de los acuerdos de esta modificación, el Barça asumió la rehabilitación de la masía y la urbanización del entorno de alrededor del Estadi Johan Cruyff, que ahora cuenta con un nuevo barrio y 2,5 hectáreas de zona verde y espacios para equipamientos.
Con la compra de los terrenos de El Forn y después del MPGM, el Club pudo ampliar la superficie de la Ciudad Deportiva en un 26% y construir el Estadi Johan Cruyff. El espacio del antiguo complejo tenístico lo ocupa hoy en día el Estadi Johan Cruyff y la masía, que está en fase final de remodelación. Ya se ha recuperado todo el exterior y el objetivo es que en el futuro se pueda acondicionar el interior para convertir sus espacios en oficinas para la Ciudad Deportiva y en punto de servicios del Estadi Johan Cruyff, después de que quedara descartada la idea inicial de convertirla en residencia para deportistas del Club mayores de 18 años.
Los muros de Can Felip aguantan el peso de la historia. El edificio nace alrededor de una torre de vigilancia y de una pequeña fortificación cuadrangular, fechadas del S. XII. Son unas construcciones modestas, hechas de piedra, que servían a los ejércitos de la edad media para controlar los movimientos en la zona del Llobregat, un espacio estratégico, ya que cerca de estos terrenos pasaban los caminos principales de comunicación con Barcelona. La torre, que tiene 14,6 m de altura y es de planta circular (2,5 m de diámetro), cuenta con varias ventanas aspilleras y fue quedando incrustada en la edificación como prenda de sus orígenes.
Restos arqueológicos en el subsuelo
Fruto de los trabajos llevados a cabo por la arqueóloga Carme Subiranas, encargada de seguir las obras de restauración del edificio, se encontraron en el subsuelo de esta torre varios silos, con aspecto de agujeros circulares, correspondientes al S. XII, que servían para almacenar grano, muy probablemente de las rentas que los señores feudales cobraban a los agricultores de la zona. "Encontramos catorce silos de las que sólo pudimos excavar una, la única que no representaba peligro, ya que el resto se encontraban bajo los muros del propio edificio", recuerda Subiranas. Estos restos fueron examinados con cuidado pero no han sido extraídos y continúan en los cimientos del edificio.
Según el estudio arqueológico, durante los S. XIV y XV la masía se amplió y se le añadieron nuevos espacios hasta que en el S. XVII crece definitivamente y se convierte puramente en una casa, típica de la época, con sus tierras asociadas y uso agrícola. A finales del XIX y principios del XX la masía cambia de propietarios y pasa a manos de una familia de la burguesía barcelonesa que la convierte en su segunda residencia. Cuando pasa a manos del Barça, ya es un edificio en desuso.
El motivo por el que la torre de vigilancia ha quedado siempre como un apéndice del edificio, sin que ninguno de sus propietarios la decidiera derribar, puede estar bastante claro. Subiranas cree que esto fue así, especialmente hasta el S. XX, "porque los conflictos nunca desaparecían y una construcción así resultaba útil en una zona tan transitada". Desde el franquismo, en los años cuarenta, la torre pasa a otro nivel, ya que se le otorga el máximo grado de catalogación patrimonial, circunstancia que desde entonces hace obligatoria su conservación y regula una estricta normativa en su rehabilitación.
La Masia de Can Felip, protegida por el patrimonio Arquitectónico de la Generalitat de Catalunya, tiene 1.180 m2 repartidos en cuatro plantas y sus estancias son más bien pequeñas, un rasgo característico de estas edificaciones. Según el estudio patrimonial, su fisonomía "está claramente asociada al estilo historicista de finales del siglo XIX, momento en que se llevó a cabo la última gran reforma".
Un homenaje arquitectónico al edificio
El FC Barcelona encargó la reforma del edificio en el despacho de arquitectos PB2 liderado por Josep Llobet y Lluís Garcia. Cuando plantearon el trabajo tenían muy claro que la masía de Can Felip, en el fondo, era la anfitriona, la vecina de más edad de la zona, la que estaba ahí antes de que las fábricas, los bloques de pisos y el Barça llegaran en el Baix Llobregat. Era necesario, pues, hacer un homenaje al edificio y al entorno, originariamente un entramado de campos, caminos rurales y canalizaciones de agua (el despacho también se ha encargado de la urbanización de las calles de alrededor). "Pensamos que mantener las huellas históricas en un territorio es mantener su ADN arquitectónico y reconocer el paso de la humanidad en este lugar", reconoce Llobet.
El equipo de arquitectos realizó un estudio patrimonial del edificio para determinar el valor de los elementos existentes. De este modo se derribaron aquellos que no tenían interés constructivo y se potenciaron los que sí tenían, como buena parte de los arcos de piedra, vueltas y algunas paredes.
Como curiosidad, cabe destacar que, cuando el FC Barcelona pasa a tener la titularidad del edificio, el último piso era puramente ornamental. Servía para dotar de majestuosidad volumétrica el conjunto pero no era un espacio útil, ya que ni tal solo las escaleras interiores conectaban con esta planta. "En una de las reformas, cuando el edificio pasa de masía a residencia particular se le quiso dar una apariencia de palacete o fortaleza medieval", recuerda Llobet, y por ello el edificio creció en altura. Ahora esta planta es un nuevo espacio útil.
Tras una consolidación estructural, se reforzaron fundamentos, se crearon nuevas cubiertas, forjados y fachadas, siempre preservando el espíritu de la construcción original y dotando de protagonismo la torre de vigilancia, que fue "el eje vertebrador de la reforma, a la que le quisimos dar autenticidad", asegura Llobet.
Esta torre, que alojaba en su interior una capilla de estilo neorrenacentista asociada a las últimas reformas del siglo XIX, ha quedado vacía por dentro. Sus limitadas dimensiones no permiten darle un uso práctico y continúa manteniéndose como un cuerpo curioso que emerge del edificio, aportando empaque al conjunto.
En unos tiempos en que todas las corporaciones repiensan como serán las oficinas de trabajo postpandèmia para adaptarlas a la nueva realidad, la masía de Can Felip también aportará un espacio cómodo y adaptable a las nuevas formas de trabajar que imperarán a partir de ahora.
Satisfacción del Club y de la ciudad
Tanto el FC Barcelona como Sant Joan Despí valoran muy positivamente la rehabilitación de la masía de Can Felip. "Hemos recuperado un edificio que es patrimonio histórico de la ciudad de Sant Joan Despí y que a la vez incrementa el valor patrimonial del FC Barcelona con un edificio que nos permite nuevos usos para el Club", afirma Jordi Moix, vicepresidente del Área Patrimonial y comisionado del Espai Barça.
También Sant Joan Despí está muy satisfecha con el resultado y, en palabras del alcalde Antoni Poveda: "Intervenciones de este tipo ayudan a mantener y difundir el rico legado histórico de nuestra ciudad, más aún cuando está ligado a una entidad como el FC Barcelona, que le dará una gran proyección internacional. Esta restauración asegura la continuidad y el futuro de una pieza medieval única en la ciudad y que era necesario recuperar y conservar. Por eso trabajamos también desde el Ajuntament de Sant Joan Despí para la recuperación de otras edificaciones del mismo sector, como la masía de los Pardals”.
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