EN PRIMERA PERSONA: Leandro Esquerdinha
Leemos las noticias, miramos qué dicen en la televisión y nos llega mucha información por internet. A pesar de todo hay un vacío muy grande. No sabemos qué va a pasar y eso es difícil de asimilar. Estos días son complicados para todos, también para nosotros, los deportistas. También para mí y para mi familia, porque sólo nos queda esperar acontecimientos. ¿Pero sabéis qué? Hay que hacerlo con paciencia y, sobretodo, con mucho optimismo. Sé que es difícil, porque se habla de muchísimas cosas malas, de caos incluso. Pero tenemos que mantenernos fuerte emocionalmente, lo máximo posible. Y lo mejor es hacerlo entre todos, como buenamente podamos.
En casa es lo que intentamos a diario. Tengo dos hijos, uno de seis años y otro de año y medio. Y, como la mayoría de los padres, mi mujer, Mayana, y yo intentamos que lo pasen bien, que sea lo menos agobiante posible para ellos, adaptándonos a sus gustos, pero también aplicando unas rutinas.
Los despertamos por la mañana, sobre las 9.30 horas, y ya nos ponemos manos a la obra. Primero, una ducha. Después, la limpieza de la casa, que intentamos que sea entretenida para ellos. Luego ya jugamos un poco a la consola o hacemos actividades en el salón. A Murilo, mi hijo mayor, le gusta mucho el fútbol y ahora mismo tenemos la casa como si fuera el Palau… ¡con una portería y todo en medio del comedor! Estas pequeñas cosas hacen que el día a día sea más agradable.
Por la tarde, mientras Túlio, el pequeño, duerme la siesta, aprovechamos con el grande para hacer los deberes que nos envía el cole. ¡Todo vale para tenerlos entretenidos!
Es cierto que estos días internet es un gran aliado y nos ayuda muchísimo, porque al final nos permite estar en contacto con otros padres. De hecho os explicaré que esta misma mañana hemos hecho una videollamada con tres de los mejores amigos de Murilo. Han estado en el salón hablando entre ellos como si estuvieran en clase, y ha sido muy gracioso.
Él ya entiende un poco lo que está pasando, porque hemos intentado explicárselo, a su manera y de una forma suave. Que hay un virus, que no se puede salir a la calle por eso, que los coles están cerrados, etc. Si no le hubiéramos dicho nada nos estaría preguntando todo el día qué ocurre. Y para eso ya tenemos a Túlio, que es muy pequeño todavía, ¡y que siempre va con su carrito queriendo salir a la calle!
Pero al final todo es intentar entretenerlos. Les va bien a ellos, pero también a nosotros. Porque, ¿qué es lo que nos ayuda a superar esta situación? Pues las rutinas en familia, las videollamadas, pasar tiempo y jugar con nuestros hijos… todas esas pequeñas cosas que acaban resultando clave.
También, claro está, la actividad física. Aunque sea dentro de casa. A veces la hacemos los cuatro y esto parece un gimnasio. Incluso el pequeño coge su goma y nos acompaña.
En mi caso, me centro en la readaptación. Cuando todo esto explotó, justo era la semana en la que tenía que volver con el equipo. Fue una pena… Ahora hago el trabajo de fuerza que me dicen los entrenadores, como puedo y con lo que tengo en el piso, además de ejercicio cardiovascular.
A pesar de las dificultades, me preparo diariamente para que cuando todo esto pase, que ojalá sea pronto, y vuelvan los entrenamientos yo ya esté listo para unirme al grupo. Está claro que se tendrá que hacer una valoración final, pero según mis perspectivas y mis sensaciones, y tal y como estaba antes de que explotara todo esto, en teoría podré volver. Así, sólo me faltará la adaptación final al equipo.
De todas formas, ahora hay cosas más importantes.
Tenemos que soportar esto con paciencia y, como he dicho antes, con mucho optimismo. Nos tenemos que quedar en casa por el bien de todos y también para ayudar a todas las personas que se están dejando la piel para cuidarnos. Mi agradecimiento eterno a todo el personal sanitario, que tiene mi respeto y mi admiración absoluta. Ellos sí que son los verdaderos héroes.
Mientras ellos luchan para acabar con esto, nosotros tenemos que aprovechar estos días para pasar más tiempo con los nuestros. Incluso con los que están lejos. En mi caso, por ejemplo, mi familia está en Brasil y estamos en contacto con ellos de forma permanente. Allí el coronavirus llegó un poco más tarde, pero ahora ya están empezando a cerrarlo todo, a tomar las medidas que ya se tomaron aquí. Tengo la suerte que, de momento, todos están bien, pero siempre les pido que se protejan y vigilen. Todos tenemos que aguantar, quedarnos en casa y, aunque nadie nos puede asegurar nada, esperar y pedir a Dios para que esto pase cuanto antes. Porque soy optimista y estoy seguro, segurísimo, que todo saldrá bien y que pronto podremos volver a celebrar juntos las victorias en el Palau.
Cuidaros mucho, culés. Nos vemos pronto.