De Jong: Futbolista en cuerpo y alma
Alos pies de los búnkers, tras las serpenteantes subidas del barrio del Carmel, se despliega incontestable Barcelona. Al fondo, el Mediterráneo muestra cada día un estado de ánimo diferente. Enfrente, la Sagrada Familia rompe la homogeneidad de un ensanche de trazos milimétricos. A la derecha, no son pocos los turistas que afinan la vista para descubrir la silueta del Camp Nou, templo de muchos, pero, para muy pocos, residencia. Lo será para Frenkie de Jong, que sentado al lado de su pareja Mikky contempla desde las alturas su nuevo horizonte. Ha tenido tiempo para cerrar los ojos y proyectar su imaginación, pero el balón apenas le ha dado una tregua.
El Barça anunció su fichaje un 23 de enero y desde entonces no ha hecho más que vivir al día, que agotar sus horas en Amsterdam con la misma intensidad que se le percibe sobre un terreno de juego, con el corazón al límite y un magnetismo de otra época, cuando la silueta de un dorsal 14 modificó las convicciones del juego a principios de los años 70 o cuando Patrick Kluivert, apenas abandonada la adolescencia, conquistó Europa para el Ajax en la final de 1995.
Amsterdam recupera la sonrisa
Mientras De Jong miraba hacia delante, Amsterdam veía por el retrovisor un trozo de su historia, la misma que camina de la mano de la del Barça. Él ha sido el timón de un Ajax que ha recuperado el sabor de una semifinal de Champions tras 22 años de ausencia y que ha devuelto la sonrisa a la ciudad de los canales con un doblete. Se despidió de un público que coreó su nombre hasta el último aliento y rápidamente se ha enfundado la camiseta naranja para devolver la lucidez a una selección holandesa que fue una de las grandes ausencias en el mundial de Rusia, pero que se ha ganado de nuevo el afecto del espectador en la recién nacida UEFA Nations League.
El tiempo corre, pero De Jong lo saborea. En su último partido con la camiseta del Ajax, una cámara le cazó pidiendo al árbitro que no se apresurara a pitar el final. Mientras muchos ansiaban el triple pitido para celebrar el título de Liga, él soñaba con compartir el balón un rato más con sus compañeros, una última pasada, una última combinación. La vorágine del calendario no le ha privado de asomarse a los búnkers y adentrarse por unas horas en el que será su nuevo entorno en Barcelona, una primera mirada al futuro.
Como tampoco le ha negado un vistazo hacia atrás, ver de dónde vienes para saber a dónde vas. Así, ha aprovechado las pocas horas que le han sobrado para volver a Arkel, la población que lo vio nacer en la provincia de Zuid-Holland, rincón que le enseñó a apreciar la pelota. Allí, el 22 de mayo, se enfundó las botas y se animó a compartir un entrenamiento con los niños del club local, el ASV Arkel. Sin cámaras, sin la atención mediática que ya hace meses que lo acompaña. Como en los viejos tiempos, con una pasión por el juego que sigue vigente más allá del contexto. Para divertirse. Porque Frenkie es así.
Un devoto del oficio
De destrezas evidentes a la vista, hay que hurgar en las entrañas de Frenkie de Jong para encontrar su verdadero motor, aquella virtud que activa el resto y que no es otra que su devoción por el juego. "De hecho, si no fuera por la pasión que le genera el fútbol, le habría sido muy complicado llegar a este nivel, porque de niño era muy pequeño, más que sus compañeros de generación", articula Jan van Loon, antiguo responsable de la academia del Willem II, club que detectó el talento de De Jong con 8 años y lo desarrolló hasta los 18. Una década que comenzó cubriendo el trayecto de poco más de media hora que separa Arkel de Tilburg, ciudad donde tiene la sede el Willem II, para cada entrenamiento. "Y el camino de Frenkie fue el de alguien que tuvo que tener paciencia. Su físico le impedía dar pasos muy grandes hacia delante, pero recuerdo a su familia consciente y comprensiva con su situación y él nunca perdió las ganas de entrenarse", prosigue Van Loon.
"Era pequeño, pero tampoco eso le generó un trauma en ningún momento. Porque ya tenía la inteligencia que necesitaba para que el físico no fuera un problema, para ir un segundo antes que sus rivales", apunta Jos Boger, uno de sus entrenadores durante la época en el club de Tilburg. De hecho, para Van Loon aquella fragilidad física fue virtud para interpretar el De Jong que hoy juega en los mejores campos del fútbol europeo: "Ser tan ligero le obligó a desarrollar más su mente, intentar anticipar lo que iban a hacer los rivales, a eludir los contactos físicos donde él tenía las de perder".
Personalidad y carácter
Su físico modeló una personalidad futbolística única y su carácter le ayudó a sostener cualquier adversidad. "No hay día en que no lo haya visto sonreir", apunta Richard Witschge, exjugador del Barça y hoy todavía vinculado al organigrama del Ajax. "Además, tanto a De Jong como a algunos de sus compañeros en este Ajax, no los verás poner excusas, ni de un arbitraje, ni de entradas de los rivales, son chicos que se centran mucho en ellos mismos. Si Frenkie no ha hecho un buen partido, no tendrá ningún problema en salir ante los medios de comunicación y decir que ha jugado mal. Es su forma de ser", destaca Daniel Dwarswaard, periodista que sigue la información del Ajax para el diario Algemeen Dagblad. "Es cierto, el problema es que esta temporada no recuerdo un solo partido en el que Frenkie haya estado mal", ríe Witschge, consciente de que la personalidad del futuro jugador del Barça es parte fundamental en su ascensión hasta el Camp Nou. "Frenkie podría jugar en la posición del campo que le diera la gana. Primero porque tiene condiciones y, segundo, porque ama lo que hace, se muere de ganas de progresar", coincide Alfred Schreuder, miembro del cuerpo técnico del conjunto de Amsterdam la temporada pasada.
ADN puro
Incrustado en una familia con bastantes seguidores del Feyenoord, De Jong tuvo que tomar la decisión de fichar por el eterno rival en 2015, el Ajax. "Nosotros también lo queríamos y estuvimos a punto de llevarlo al PSV Eindhoven, pero prefirió ir a Amsterdam", confirma Phillip Cocu, entonces entrenador del equipo de la Philips. "Y no creo que le costara mucho tomar la decisión, entendió que la filosofía del Ajax iba mucho con su forma de entender el juego", rememora Frank de Boer, en aquel tiempo entrenador del primer equipo ajacied y pieza importante en el proceso de seducción, cuando tanto él como Denis Bergkamp, leyendas indiscutibles del club, irrumpieron en el despacho del director deportivo, Marc Overmars, para invitarle a enrolarse en el proyecto, en el club que vio nacer el fútbol total de Rinus Michels y de Johan Cruyff.
Y fue desde el encanto incuestionable de la ciudad de los canales, desde donde Holanda vio nacer a uno de sus futbolistas más prometedores de lo que va de siglo. "Un chico con una valentía impresionante para pedir el balón, que hace cosas que ya no se ven. Tiene una gran visión para el pase, pero también es muy bueno rompiendo en conducción, es imprevisible. Recuerdo que el año que estuvo en el filial, junto a jugadores como Abdelhak Nouri, Matthijs de Ligt o Donny van de Beek, había gente que tenía más ganas de verlos a ellos que al primer equipo", relata otro ex del Barça, Ronald de Boer.
"Tiene esa capacidad de asumir riesgos porque domina mucho el entorno. Cuando recibe el balón ya ha visto dónde están sus compañeros y cómo está posicionado el rival. Esta es una virtud que tienen muy pocos futbolistas en el mundo, muy característica de Busquets, Xavi o Iniesta y que a De Jong también lo convierte en un futbolista muy especial", añade su hermano Frank, mientras que a Cocu le tocó vivir la irrupción del centrocampista de Arkel desde la condición de rival, obligado a neutralizarlo cuando dirigía al PSV. "Y no es fácil combatir un futbolista con sus capacidades, con un buen posicionamiento, con una enorme visión, pero que además tiene esta capacidad de marcarte los ritmos del partido, de romper con una conducción o de ofrecerte una pausa. Es muy completo y por el estilo de juego me parece ideal que pueda ir al Barça", apunta Cocu.
"Jugar contra él es complicado porque se mueve mucho, está en todas las fases del juego, va a buscar la pelota cerca de la defensa y tiene una enorme capacidad para gestionarla", incide Pol Llonch, hoy centrocampista catalán del Willem II, que ha tenido que medirse en varias ocasiones con un De Jong que siempre ha tenido muy presente el rumbo futbolístico de sus decisiones, siguiendo curiosamente la estela de Cruyff, primero conquistando un estadio que lleva hoy su nombre y luego cruzando el puente hacia Barcelona.
Exquisito sin ser delicado
Cabeza alta, controles depurados, conducción impoluta, Frenkie de Jong entra por la vista con su relación innegable con la pelota. Sin embargo, su crecimiento en los últimos años deja también al descubierto un jugador que entiende en la evolución del juego la necesidad del sacrificio, de ser agudo en la presión, solidario en el repliegue y combativo en las disputas. "Y es mucho más fuerte de lo que parece, ahora es capaz de ganar duelos y en la faceta defensiva ha ganado mucho", opina Witschge.
"Cuando chocas con él te das cuenta que va fuerte, que tiene mucha determinación", coincide Llonch."Es especialmente bueno en el timming, cuando tiene que ir al suelo a robar un balón, lo hace siempre en el momento oportuno ", apunta Ronald de Boer sobre un De Jong que llega a Barcelona con la etiqueta evidente de centrocampista, pero que durante su paso por el Ajax no ha tenido inconveniente para actuar como defensa central en varios partidos. "Para mí quizás le falta un punto de físico para ser defensa, sobre todo lo veo como centrocampista, pero es cierto que en ocasiones muy puntuales puede jugar aquí", opina Frank de Boer. Sin embargo, esta predisposición a adentrarse en posiciones desconocidas habla de la personalidad de Frenkie. "Especialmente de su mentalidad, se ve enseguida que es un futbolista que no juega para lucirse, sino que todo lo que hace es para el equipo", concluye Cocu sobre un futbolista que corre, que pasa, que presiona, que va al suelo a rebañar una balón, que vive un magnetismo especial con la pelota y que, casi sin tiempo a respirar, ya intuye al fondo la silueta de Barcelona.
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