EN PRIMERA PERSONA: Moussa Wagué
Ya está. Mi primera temporada en el Barça terminó. Ahora iré a defender los colores de mi país y mostrarle mis progresos. Han pasado muchas cosas desde la Copa del Mundo en Rusia el verano pasado. Tenemos un trofeo que lograr para nuestro país: la Copa África. El año pasado volvimos de Rusia con un sabor amargo.
Fuimos la primera nación eliminada por el fair-play… ¡por dos malditas tarjetas amarillas! Fue realmente frustrante.
Nuestros partidos en el Mundial nos mostraron que podíamos competir con cualquier equipo. Sería increíble volver de Egipto con el trofeo para Senegal por primera vez en la historia. Somos favoritos pero tendremos que demostrarlo en el terreno de juego.
El grupo de la selección es mi familia. Crecimos juntos, desde las categorías inferiores de la selección hasta ahora. Nos reímos mucho cuando estamos juntos.
Tengo mis rutinas, especialmente antes de los partidos. Comemos nuestros platos típicos (como el ‘Thieboudienne’, nuestro plato nacional a base de arroz y pescado), bailamos para eliminar la presión, rezamos juntos… Algunos son musulmanes y otros son cristianos.
Pero no importa.
Nuestras oraciones piden lo mismo y sentimos que estamos unidos hacia un objetivo común. También en el Barça rezo antes de los partidos, a solas, porque la fe me ayuda a sentir el alma de un guerrero.
Barcelona... Si pienso en la ciudad de dónde vengo, Bignona, que tiene sólo 27.000 habitantes. Está en el oeste de África.
Cuando tenía 6 años, jugábamos descalzos con cada balón que nos caía entre los pies. Nuestra alegría se resumía en darle a un trozo de cuero redondo. O de plástico o lo que fuera…
No pensábamos en ser profesionales. Queríamos jugar con el balón, sin importar el tiempo ni las condiciones materiales.
Haber empezado a jugar sin zapatos me ayudó a perfeccionar mi técnica y a tener los pies fuertes.
Fue entonces cuando me seleccionaron para ir a jugar a 400 kilómetros de casa, en la Academia Aspire, en Saly, con gente de toda África, de Costa Rica… Recuerdo que el día de los tests, no quería ir porque tenía miedo de perderme la escuela y mi padre me hubiera regañado.
Pero todo fue bien.
Ahí tenían todo lo que necesitaba para progresar en las mejores condiciones. Era un poco como la Masia africana. Íbamos mucho a Europa para jugar torneos internacionales como el MIC. Sentía que todo estaba empezando.
En la Academia Aspire no teníamos tiempo para respirar. Con dos entrenamientos al día. Estábamos tan motivados que no sentíamos ni los rayos de sol.
A los 18 años, me fui a Bélgica, para jugar con el KAS Eupen. Irme tan lejos no me daba miedo ya que conocía a los mayores de la Academia que jugaban para el club. Casi todo el mundo hablaba francés ahí. En el primer equipo, mi entrenador era el ex internacional francés Claude Makélélé, ganador de la Liga de Campeones de 2002, finalista de la Copa del Mundo 2006... Con él, aprendí a ser un guerrero como él lo fue en el Real Madrid o en el Chelsea.
En el KAS Eupen teníamos que luchar por no bajar a Segunda y cada punto valía oro.
Hoy, en el Barça, es todo lo contrario. Un empate es considerado como una derrota y ganar es lo normal.
Cuando empiezas el partido vas líder y siempre tienes la obligación de ganar los tres puntos. Es un club aparte, con una filosofía propia. Antes de jugar, el entrenador me dice siempre: “Tienes que atacar defendiendo”.
En otros lugares, los entrenadores están acostumbrados a decirte: “Atacas cuando puedas, y vuelve atrás rápido”.
Aquí el club tiene la cultura de la victoria y del juego ofensivo. Este año tuve la suerte de terminar la temporada con el primer equipo, siendo campeón de la Liga. Me siento orgulloso por jugar en el mejor club del mundo, porque Eto’o, Keita, Yaya Touré me hicieron soñar de pequeño. Pero espero estar en este grupo regularmente la próxima temporada. Me quedan la Copa de Africa y la gira de pretemporada para que me vean, si todo sale bien.
En el Mundial pasado, mi gol histórico con Senegal [se convirtió en el goleador africano más joven en la historia de los Mundiales], entre otras cosas, me permitió firmar por el Barça dos meses después.
La selección puede ser una buena ventana para mostrar mi potencial. Especialmente con Aliou Cissé, el seleccionador. Él me ha enseñado muchas cosas desde 2012. Es un ejemplo para mí desde que era mi seleccionador en la Sub-23. Tenemos una relación de confianza.
Yo no dudo nunca. Confío en mí. Dios está conmigo, y mi familia también. Me siento invencible y llegaré hasta donde quiero llegar.
Desde el primer día, mi padre me ha dado esta fuerza. Él siempre me animó para hacer los esfuerzos necesarios en el entrenamiento, en los partidos... Incluso en la escuela. Se lo debo todo.
A veces me preguntan si mi ídolo de pequeño era Drogba, Eto'o, Diouf... Pero la verdad es que mi único ídolo era mi padre.
Me llama constantemente. Y mi familia también. Y cada vez que me llaman es un impulso de energía. Creen en mí más que yo mismo. Mis amigos instalaron una tele en casa y así cuando jugamos un partido importante con la selección ellos pueden seguir mis pasos. Desde que juego en el Barça, cumplo el sueño de cada uno de ellos. Soy el único en el campo pero jugamos todos juntos.
Recuerdo también mi llegada a Barcelona. La verdad es que no conocía a nadie.
Bueno, por televisión sí.
Afortunadamente, todos me recibieron como si fuera un nuevo miembro de la familia azulgrana. Primero con el Barça B, luego en el primer equipo. Al principio, los chistes de Piqué y Suárez me permitieron liberarme algo de la presión.
Me di cuenta de que eran normales. Bueno, casi.
Con Messi nunca he tenido esta sensación. No me atrevo a ir mucho con él de momento. Y si él supiera que yo tenía su camiseta cuando era pequeño... ¿Tal vez algún día me dé una suya, una auténtica?
Mientras tanto, estoy progresando mucho cada día con él, Suárez y Dembélé en los entrenamientos... A veces miramos a nuestro capitán y nos quedamos boquiabiertos ante sus gestos. A veces veo a Messi practicar los lanzamientos de falta. Se nota que sabe lo que hace. No me imagino hacer un concurso de tiros libres con él…
Cuando vuelva en agosto, quiero entrenar y jugar siempre con este grupo. Lucharé hasta lograrlo.
El apoyo de mi familia y de mi país me permite no dudar nunca. Mi primer año en el Barça no ha sido tranquilo. Tuve que esperar tres meses para obtener mi permiso de trabajo, luego me lesioné en el abductor...
También me expulsaron por empujar a un aficionado que se burló de mí y me lanzó insultos racistas mientras perdíamos con el Barça B... Pedí perdón pero creo que este tipo de gente no tiene nada que hacer en las gradas.
Cuando firmé para el Barça, sabía que iba a jugar con el primer equipo si encadenaba buenos partidos con el B. Sigo por el buen camino.
Cuando me retire quiero ser recordado como un gran jugador.
Un gran jugador y punto.
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