45 años de la inauguración del Palau
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En el programa electoral de Agustí Montal Costa, candidato a la presidencia del Barça en las elecciones de diciembre de 1969, constaba como uno de los puntos fundamentales la necesidad imperiosa de construir un pabellón deportivo para las secciones del Club, que hasta entonces no disponían de recinto propio y debían disputar los partidos de casa en varias instalaciones de la ciudad de Barcelona. Así, secciones tan importantes como el baloncesto, el balonmano y el hockey patines jugaban "de alquiler" en el Palacio Municipal de Deportes, en el pequeño pabellón del Picadero Jockey Club e incluso en la antigua zona deportiva del Camp Nou, al aire libre.
Los compromisarios depositaron su confianza en Montal e inmediatamente este fue por trabajo. El 24 de septiembre de 1970 se puso la primera piedra del futuro Palau. Los arquitectos Francisco Cavallé y Josep Soteras fueron los artífices de una edificación que despertó la admiración de todos por el vanguardismo innovador que entonces representaba, con su impresionado cúpula y una planta octogonal que facilitaba la visión desde cualquier lugar.
Aquel 23 de octubre de 1971, la sobria ceremonia inaugural del Palau, típica de la época, consistió primeramente en un desfile de unas chicas con trajes tradicionales. También desfilaron otras chicas con las banderas de las peñas barcelonistas y representantes de las secciones azulgranas. La jornada concluyó con unas exhibiciones de gimnasia y judo infantil y la actuación de varios bandadas sardanistas.
Ya por la tarde tuvieron lugar los primeros partidos de competición liguera de la historia del Palau, abriendo primero el fuego, a las 17 horas, el equipo senior de la sección de voleibol, que venció el CN Badalona por 3-0. Horas después, a las 9 de la noche, le tocó el turno al balonmano, pero en esta ocasión el Barça no pudo pasar del empate a diez goles ante el BM Granollers, entonces líder de la Liga.
El Palau no destacaba por su tamaño. Con una capacidad inicial de sólo 5.696 espectadores (ampliadas a 7.235 en 1994), sus dimensiones son más bien reducidas, lo que siempre le ha hecho ideal para la llamada "magia del Palau", ya que el calor de un público situado muy cerca de la pista provoca un ambiente de olla a presión que ha hecho vivir más de una remontada épica. Sólo cabe esperar que el futuro nuevo Palau mantenga esta magia catalizadora de energía azulgrana
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